LA LINTERNA DEL COACH

Coaching LIFE

En la Linterna del Coach, pretendemos que las personas, como tú, dejen ese diálogo interno que emite una frecuencia poco clara con demasiado ruido y que no permite ver la cantidad de opciones que una persona tiene, que TÚ TIENES y que te pertenecen. Alinear pensamiento y acción es una de las cosas más maravillosas que le puede ocurrir a un ser humano.

Me encantaría contar una historia enternecedora, que hiciera que llegarás hasta el fin, que te trasladará allí donde tus emociones son auténticas, evocadoras, que impactan hasta tal punto, que son desde ese momento la dosis que necesitabas para pasar a la acción.

Cuando caí en la cuenta de que eso te pertenece a ti,  te pude escuchar y preguntar, mientras te dabas cuenta de que… ¡cómo pudo ser que nadie nos dijera que la historia más bonita y mejor contada es la propia!

Tu vida y tu historia es la más enternecedora de todas, está llena de aventuras de matices, de emociones, de luces y de sombras. Depende de cómo la edites, la recuerdes, la muestres y la pasees por tu mundo puede adoptar una forma u otra. Esa edición tiene el poder de mostrarte un nuevo enfoque.

Como te hablas internamente, es como te muestras externamente.

Si no sabes que contestar, llama, ahora lo tienes más cerca

¿CÓMO?

Conociéndote, responsabilizándote, escuchándote, ¡haciéndote tu mejor amigo!

¿POR QUÉ?

Porque con quién más tiempo vas a pasar es contigo mismo, y es mucho mejor, hacerlo sabiendo, quién eres, qué quieres y para qué lo quieres.

¿CÓMO SE CONSIGUE?

Con un profesional que guía el proceso hacia el objetivo, TÚ. Sin juicio, escuchando y haciendo preguntas que te llenan de posibilidades que ni siquiera podías imaginar.

¿Qué resultados vas a obtener?

Cuando uno está cansado, siente que las cosas no van bien, no sabe por dónde salir, se siente solo aun estando muy acompañado, tiene dudas, miedo, inseguridad, ¿qué creéis que debería hacer?

Hablar, preguntarse y ser preguntado, no ser juzgado, debe expresarse con total libertad, en un marco de total seguridad, sin estar pendiente de si eso que está expresando, sintiendo o haciendo, puede ser una potencial amenaza.

 

Con alguien con quién no tenga un vínculo emocional, y que pueda ofrecer una perspectiva aséptica que abra nuevos caminos que ni siquiera se había planteado. Con un profesional, que lo único que le importa es que la persona se explore, se conozca, se permita, se exprese y encuentre en si misma los recursos necesarios para “SER” y “ESTAR”, ante todo lo que la vida trae, no con resignación sino con “plenitud”, no con victimismo, sino con “responsabilidad”.

Y ahora sí una historia…

Habíamos quedado en la cafetería de siempre, como cada martes a las 16h. Este no me iba bien, pero no me atrevía a decirle que hoy no nos veríamos, hace unos días habíamos discutido por lo de siempre, (que si nunca tienes tiempo, que si siempre me tengo que adaptar a ti, que si eres una egoísta porque yo siempre estoy cuando me necesitas) y la verdad da, en esta diana y en otras, porque realmente me siento así, me veo así, me oigo así.

Nos saludamos de esa manera, parte te alegras y la otra parte está resentida pero la vences y continuas.
Vino el camarero y yo quería solo un café, pero como siempre, – mejor no, ¿pedimos un bocata de esos buenos… nos lo partimos y una coca-cola? – no, gracias, no, solo quiero un café.

A la siguiente frase salió la parte resentida, ¡de verdad que no… si te gustan los bocatas, además que tienes miedo a engordar, jolines tía, yo siempre te cuido! – Bueno venga pide el bocata.

Empezó a hablar y a hablar, a observarme como si fuera un bicho a analizar, cada vez que decía algo, se solapaba con su monólogo agotador y de vez en cuando, metía alguna cuña resentida sobre mi persona, sobre lo que observaba y yo tan solo me dedicaba a pasar el rato y a esperar a que todo se calmara y otras a defenderme.

No tomé solo el café! No dije lo que pensaba porque me sentía en deuda…

En un principio, parecería que yo era la víctima y la otra el verdugo o al revés. Ese es el despropósito, ambas somos víctimas y verdugos a la vez. Ninguna de las dos respetamos la forma de ser del otro, cada una quería de la otra algo concreto, omitiendo la verdadera esencia individual construyendo realidades que se ajustaban a las propias limitaciones, yo por mis creencias y ella probablemente por las suyas.

Ella es una persona maravillosa que ha aportado un sinfín de cosas positivas en mi vida, y eso lo comprobé cuando salí de mi esquema mental y me responsabilicé de mi misma.